UN SENADO COMO EL DE BELISARIO DOMÍNGUEZ.

JAIME ENRÍQUEZ FÉLIX

El Senado de la República es el poder mayor de la política nacional. En su seno han estado Cuauhtémoc Cárdenas, Heberto Castillo, Ifigenia Martínez, Rosario Ibarra, Manuel Moreno Sánchez, Leobardo Reynoso y, desde luego, aquel médico que naciera en Comitán -de donde fue presidente municipal- para convertirse años después en el símbolo del Poder Legislativo de nuestro país. De Belisario Domínguez es la escultura que se instalara para siempre en la calle de Xicoténcatl, donde también se dice, fue colgado de los pies Maximiliano de Habsburgo, para sacudir el formol que le inyectaron en exceso queriendo evitar la descomposición del cadáver hasta que llegara a su país luego de su fusilamiento.

El chiapaneco Belisario Domínguez, opositor a Victoriano Huerta, fue asesinado por sus pensamientos y acciones. Se había graduado como Médico Cirujano en la Sorbona en París, para luego transitar a la política en los tiempos difíciles del tirano Huerta. Siendo Senador de la República, la noche del 7 de octubre de 1913 fue sacado de su habitación en el Hotel Jardín, donde vivía, para trasladarlo al panteón de Xoco, en Coyoacán, no sin antes cortarle la lengua que fue enviada como trofeo al propio Huerta. Lo martirizaron para luego asesinarlo a balazos.

Con un ferviente discurso que prácticamente le costó la vida, decía: “La verdad es ésta: durante el gobierno de don Victoriano Huerta, no solamente no se hizo nada en bien de la pacificación del país, sino que la situación actual de la República, es infinitamente peor que antes: la Revolución se ha extendido en casi todos los estados; muchas naciones, antes buenas amigas de México, rehúsanse a reconocer su gobierno, por ilegal; nuestra moneda encuéntrase depreciada en el extranjero; nuestro crédito en agonía; la prensa de la República amordazada, o cobardemente vendida al gobierno y ocultando sistemáticamente la verdad; nuestros campos abandonados; muchos pueblos arrasados y, por último, el hambre y la miseria en todas sus formas, amenazan extenderse rápidamente en toda la superficie de nuestra infortunada patria…”

Este lunes 20 de abril de 2020, el Senado de la República ha sido convocado por la mayoría mecánica del grupo parlamentario de Morena para declarar una amnistía: no se trata de liberar a los estudiantes del 68 o a los líderes ferrocarrileros de aquel hermoso movimiento, sino que se busca que los delincuentes presos de toda la nación, sean liberados dado que el ogro de la epidemia COVID-19 amenaza con lastimarlos.

El actual gobierno, está en la apoteosis de la violencia. Estamos viviendo un año que rebasa ya el pasado histórico reciente, el número de mujeres masacradas o violentadas, el asalto a transeúntes, a casa habitación y la guerra sin cuartel que libran los carteles del narcotráfico siguen llegando a picos estadísticos nunca imaginados, sembrando de dolor y de impotencia a innumerables familias mexicanas.

Liberar forajidos es muy grave, porque es colocar a la sociedad en sus manos y de manera permanente. No se trata de un mes de vacaciones en la calle: la epidemia terminará y ellos seguirán dañando a la sociedad en el futuro por venir. Esta petición fue parte de la campaña presidencial y, hasta una senadora, fue nombrada para “liberar presos políticos” que más bien tenían que ver con el narcotráfico.

No pueden darse vacaciones a los que han violentado a la sociedad y faltado a sus normas: mucho menos en un país donde la impunidad es el sello de la “justicia” y, donde, llegar a una sentencia condenatoria es un verdadero triunfo en los procesos penales que se extienden interminablemente y que, muy pocas veces, terminan con la condena al delincuente.

El grupo parlamentario tendrá bajo sus hombros esta responsabilidad al autorizar esta felonía. Si de lo que se trata es de darles protección contra el coronavirus durante 4 o 5 semanas, una idea podría ser reabrir las Islas Marías o conseguir campos deportivos donde podría reunírseles con ciertas condiciones de espacio o ventilación. La garantía de que, si se les libera, se les pondrá en posición de delinquir otra vez, es prácticamente cierta. El Senado de la República y el grupo de Morena, impulsores de esta irracionalidad, tendrán la responsabilidad de lo que venga. Sentados en sus cómodas curules y cobijados por sus ostentosos salarios de casi 20 mil dólares mensuales, con prestaciones, dietas y demás prebendas, estarán en deuda con la nación.

Esperamos que la reflexión del Senado sea compatible con los intereses de la República. Nuestra patria se está deshaciendo por la violencia, por el manejo inadecuado del recurso público, por una confrontación innecesaria con la sociedad civil, por una difícil paridad frente al dólar, con los bonos del petróleo convertidos en chatarra debido a estrategias equivocadas, mientras no tenemos ni para comprar tapabocas, mucho menos ventiladores. Nos faltan médicos. La patria está en peligro.

Las circunstancias de gravedad en lo financiero y en lo sanitario, por las que atraviesa México, ponen al Senado en una condición inmejorable e irrepetible, de alzarse como líderes, como “fiel de la balanza” en esta polarización, para exigir, no liberación de presos, sino UNIDAD y un PLAN DE ACCIÓN certero que sume voluntades, libere y oriente el gasto y hasta el endeudamiento del país y privilegie el bienestar general de los empleados, de los trabajadores, de las cadenas de suministro, de los empresarios, de los pobres entre los pobres que están cansados del clientelismo y de ser vistos como una credencial de elector el día de los comicios. MEXICO NECESITA A SUS SENADORES: de ellos esperamos mucho HOY.

About author View all posts

Zacatecas Al Minuto