La Orquesta Show Zacatecana de Pepe González.

POR JAIME ENRÍQUEZ FÉLIX.

El 27 de agosto de 1988 en el hotel Camino Real de Polanco, contraje nupcias ante un sinfín de amigos, de siete gobernadores -don Leobardo Reynoso entre ellos, como testigo de honor de la boda, acompañado de la señora Rhon, su distinguida esposa- del ex líder del movimiento de la Autonomía del 29, don Manuel Moreno Sánchez líder del Senado con Adolfo López Mateos y aspirante a la Presidencia de la República. Don Manuel y Don Leobardo, vecinos de entidades colindantes, tenían diferencias políticas irreconciliables.

Ambos, sin embargo, con generosidad, aceptaron asistir juntos como mis testigos de honor. El juez de moda de la ciudad de México, José María Lozano, vestido con esmoquin negro, con su bien peinado cabello color plata, replicó la epístola de Melchor Ocampo y nos otorgó el fervorín del matrimonio.


Yo había sido electo diputado federal por Zacatecas, como parte de la Corriente Democrática que fundara Cuauhtémoc Cárdenas. Después de un colegio electoral inusitado, que en vez de durar una tarde vivió semanas, estábamos a punto de cerrar debates sobre la calificación electoral del presidente de la República. Esa misma noche, me tocaba ser el orador 246 en contra del dictamen de Carlos Salinas de Gortari.


Había abandonado por unas horas San Lázaro, para estar en la boda con mi familia. Había que regresar a la Cámara aproximadamente a las 12 de la noche. Cancelé mi luna de miel a Buenos Aires y Brasil, y así lo tuve que hacer.


Había contratado a la orquesta de Pepe González, de mis amigos Federico del Real y Manuel, paisanos de siempre, de la muy noble y leal ciudad de Zacatecas. Una gran orquesta, con magníficos músicos y todos con profesión, además de virtudes musicales. Federico fue líder del Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social, diputado federal en su segundo intento, y un gran abogado, además de músico. Sus hijos eran alumnos de la Universidad Tecnológica de México.


La orquesta era una maravilla: tocaban, desde luego, música clásica para la cena, música japonesa, lo mejor de las grandes bandas. Eran invitados con frecuencia al famoso Siempre en Domingo de Raúl Velasco y aparecían en todas las televisoras de cualquier lugar del mundo donde lo decidieran.


La melodía para la pareja fue cantada por Federico: “El día que me quieras”, por la articulación de mi familia política con el pueblo de Argentina.
Había tres mesas de la fiesta que se separaron para diputados de la LIV Legislatura: quedaron vacías. La votación era histórica y la diferencia de votos entre la oposición el PRI era de sólo 11. Me tuve que regresar a votar y a participar en el debate.


Federico, y parte de los miembros del grupo de la orquesta de Pepe González, una familia zacatecana de alcurnia, acudieron durante años a la comida de la fraternidad de nuestra entidad en el Casino Español. Algunos integrantes de la orquesta eran invidentes, pero la mayoría eran paisanos descendientes del que fuera Secretario General de Gobierno del Estado, director del Instituto de Ciencias de Zacatecas y potencial candidato a gobernador, que murió en un accidente sospechoso, como todas las muertes de los políticos cuando están en el umbral de un puesto mayor.


También nos reuníamos en la primera sección del Bosque de Chapultepec, donde organizábamos cada año un evento de 40 mil huérfanos de Zacatecas que, con nostalgia, y sin convocatoria alguna, acudíamos con nuestra comida y nuestra música a revivir los pasados buenos tiempos.


Fuimos paisanos y amigos. Cuando la Universidad Tecnológica de México cumplió 25 años, siendo yo director general de la misma, la orquesta de Pepe González fue la anfitriona musical de las celebraciones que engalanaron el patio de la institución.


Federico, un enorme zacatecano, y sus familiares igual: generosos, volvieron a darle el realce a nuestro Estado, que se había desmoronado con la Toma de Zacatecas que nos destruyó y nos ubicó en el mapa militar, dejándonos sin el capital y los empresarios que partieron hacia mejores latitudes. Nos tocó vivir en la miseria más de 50 años. Nadie se acordó de nosotros, pero los zacatecanos en el DF si nos acordábamos de nuestra bella tierra.


Fundé la agrupación de Profesionistas Zacatecanos en el Distrito Federal, PROZADF, buscando tener opinión política para el Estado. Efectuamos un foro con los exgobernadores y aspirantes en la UNITEC, e hicimos una propuesta que coincidió con la decisión del gobierno federal, de que Genaro Borrego Estrada fuera el candidato. Lo acompañamos en el avión a la toma de posesión en Zacatecas y también durante la campaña previa… Al final tuve la oferta de participar en su gobierno con la pregunta de ¿qué quieres? Agradecí el ofrecimiento: mi vida se había desarrollado en el ámbito académico como profesor del ITAM y maestro de la División de Estudios Superiores de la Facultad de Contaduría y Administración de la UNAM para licenciatura, maestría y doctorado.


Federico murió hace algunos años. Lo recordé con una esquela muy sentida. Mandé una carta al gobernador, pero su insensibilidad es absoluta. Ahora la muerte de Manuel también nos cimbra. Apliqué la misma receta, pero el gobierno volvió a ser lo que antes era: insensible.
Tendremos que hacer un homenaje en Zacatecas y otro en la ciudad de México para estos, algunos de nuestros mejores hombres. La segunda generación de este grupo es también de nuestros más logrados músicos en la actualidad. Deberán participar de este homenaje popular y musical, para la familia Del Real, músicos infinitos de Zacatecas, México y el mundo.

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